El gran
enigma a resolver, para muchos buscadores de la verdad, religiones, yoguis, o
incluso para antiguas civilizaciones que se enfocaban hacia una meta espiritual,
ha sido el de armonizar la materia y el espíritu dentro de un espacio de
convivencia mutua , es decir el de equilibrar, ante previa comprensión del ser
como alma espiritual, la propuesta del desapego como un tipo de liberación del
sufrimiento que acarrea el contacto con la materia, y la simultánea necesidad de
la materia como un elemento básico para el sustento de la misma
vida.
El
Bhagavad Gita, así como también muchos otros textos sagrados nos llevan a
visualizar nuestra propia identidad como alma espiritual, como la sustancia
antimaterial que da vida y dinamismo al cuerpo.
El alma
en su constitución original es eterna, bienaventurada, y siempre goza de
conocimiento puro, pero debido a los deseos de obtener placer de la materia o de
las circunstancias temporales, pierde el foco de su propia naturaleza original,
y queda así, predispuesta a los resultados de sus acciones, derivando del
contacto con la materia diferentes experiencias terrenales en la forma de
sufrimientos o alegrías, y de este modo el alma es privada de las virtudes de su
constitución original.
Al
respecto recordamos también la enseñanza del Señor Bhuda quien dijo que esta
vida es como un carro de dos ruedas. Una de estas ruedas es la felicidad
material y la otra es el sufrimiento material. El carro no puede funcionar con
una sola rueda, se requiere de ambas; es decir, siempre que halla disfrute de la
materia habrá también sufrimiento.
Ante
esta problemática y la consecuente búsqueda de soluciones, en los ámbitos de los
buscadores de la verdad, surge la propuesta del desapego de la materia como una
metodología racional para alejarnos del sufrimiento. Esta propuesta, la cual es
expuesta a todas las personas, consiste en dejar gradualmente toda relación con
la materia, ya sean gustos, placeres, actividades o deseos, y así gozar de la
libertad del desapego.
Pero si
hacemos un análisis más cauteloso y profundo, vamos a observar que el rechazo
totalitario de la materia es inaccesible, y en última instancia es impráctico,
ya que el alma dentro del mundo material no puede permanecer totalmente
indiferente a ciertos aportes que le otorga la materia, siendo que el cuerpo, la
mente, la inteligencia, el aire y muchos otros elementos necesarios e
imprescindibles para mantener la vida en este mundo son también
materia.
El
“Bhagavad Gita Tal Como Es”, en su carácter expositivo, nos explica el perfecto
y armónico punto de convivencia entre la materia y el alma, el cual no solamente
va a otorgar equilibrio interior, sino que también nos va a llevar a un
verdadero desapego, propiciando así nuestro crecimiento espiritual.
Es aquí donde este antiguo tratado filosófico nos
enseña, que el más profundo tipo de desapego consiste en darle a la materia una
utilidad trascendental, es decir que no se recomienda el rechazo de la materia, si no el
rechazo a la mala utilización de la materia.
Cuando
la materia es mal utilizada se vuele nociva para nosotros, pero cuando la
materia es utilizada en función de la voluntad de Dios, ésta se vuelve causa de
liberación para nosotros. En otras palabras podríamos decir que la ciencia del
desapego que presenta el Bhagavad Gita, consiste en desarrollar apegos
espirituales, los cuales tienen la capacidad de otorgar un gusto
superior.
LA ARMONÍA ENTRE LA MATERIA Y LA ESPIRITUALIDAD
consiste, de acuerdo a los sabios del yoga, en aquella actividad en donde se
acepta a la materia en sus diversas formas, aspectos, calidades y volúmenes, y
se la utiliza en función del espíritu, en función del despertar de las
cualidades latentes del alma en conexión con la trascendencia. Este proceso, es
totalmente práctico y accesible a todas las personas. Está constituido por uno
de los valores espirituales más importantes, conocido como Yukta
Vairagya
en idioma Sánscrito, el cual nos lleva a desapegarnos de la mala utilización de
la materia, y simultáneamente apegarnos a su correcta y trascendental
utilización, otorgando así, no solamente un idóneo estado de convivencia entre
la materia y el alma, más allá del sufrimiento y enredo kármico que proviene del
apego inadecuado de la materia o de un incompleto intento de desapego, sino que
también nos brinda la llave de una alegre y saludable espiritualidad.
Swami Bv. Giri
Vrindavan – India – Enero 2012